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MOVIMIENTO JUVENIL DOMINICANO

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El Movimiento Juvenil Dominicano es el lugar desde el que los jovenes que un día decidimos ser dominicos particípamos del carisma y la misión de la Orden de Predicadores.

 

Nuestra historia en España se remonta a 1994, cuando la Familia Dominicana empezó a desarrollar y promover el proyecto de crear un movimiento que aglutinara a los jóvenes que vivían su fe en el entorno dominicano y que estaban colaborando de diversas formas en su misión. Este proyecto no surgió solo en España, de forma paralela  aparecieron grupos de jóvenes con características comunes en el resto de los paises de Europa, Asia, Africa y América.

 

En el Capítulo General de Bolonia de 1998, se reconoció definitivamente al MJD  como un movimiento de jóvenes dominicos integrantes de la Familia Dominicana.

 

Aunque la mayoría de los jóvenes que hemos llegado al MJD lo hemos hecho a partir de nuestro contacto inicial con colegios de dominicas y dominicos, catequesis de parrquias, carreras universitarias o residencias con presencia de la Orden, pertenecer al MJD es una opción madura y responsable para jóvenes deseosos y convencidos de dar un paso comprometido y con talante dominicano, hacia la consecución de que el Reino de Dios predicado por Jesús sea una realidad.

 

Respondiendo a este deseo de hacer llegar el mensaje de Jesús, cada uno de nosotros trata de utilizar todos los medios y oportunidades para predicar la Palabra. La hospitalidad, la misericordia, la amistad, la búsqueda de la verdad a través del estudio y la oración, el diálogo, el servicio a los demás y nuestra vivencia en común de los valores evangélicos, definen a nuestros grupos y son nuestro modo de predicar. Confiamos en la ayuda del Espíritu y nuestra fe común nos impulsa a crear un mundo de justicia, hecho realidad desde la fe, la esperanza y el amor.

 

El hecho de que el MJD esté formado por jóvenes hace que su medio ambiente sea precisamente el juvenil. Es un movimiento de jóvenes para jóvenes. Desde esta realidad se plasma el compromiso de sus integrantes en tareas pastorales, de promoción de justicia y paz o incluso en el ámbito de nuestros centros de estudios.

Insertos en la Familia Dominicana y partícipes de una misión común vivimos la experiencia real de familia en una Orden con casi ocho siglos de existencia participando y colaborando de forma activa en las realizaciones concretas de su misión local y universal, y formando una comunidad de vida y oración.

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